Las Apachetas

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La región del Valle Calchaquí se extiende por las provincias de Catamarca, Salta y Tucumán; tiene un clima árido y una cultura que tras el paso de los años poco se ha informado de la "modernidad" de los ruidosos y agitados centros urbanos.

Por allí el hombre sigue teniendo una vida simple y el ambiente lo curte con el calor del día y el frío de la noche. La soledad es la compañía de todos los días. Las piedras y la arena, junto con el viento que sopla y sopla, hacen de coreografía; y complementando el paisaje se yerguen los cardos, que sirven de leña y son usados para la carpintería (vigas, puertas, ventanas, etc).

Recorriendo por la zona asombra al visitante el apreciar las construcciones del lugar, el adobe (ladrillo de barro y maleza), la paja y las piedras son los materiales más durables y resistentes. Las casitas, centenarias en su gran mayoría, son la muestra de una cultura simple y completa: exteriorizan la vida mansa y laboriosa de la gente de esos lugares.

Entre las cosas que llama la atención, viajando por los cerros Calchaquíes (Muñoz, Quilmes o Cajón, Cumbres Calchaquíes), es común ver a la vera de las sendas las "apachetas", que son montículos de piedras en los cuales los lugareños, que tras el paso de los años han sabido respetar sus tradiciones, depositan ofrendas a la Pacha Mama (Madre Tierra) para tener un buen viaje; otras veces esos montículos de piedra se han cristianizado, puesto que las cruces hacen de apachetas, y debajo de las cuales hay enterrado algún viajero que durante la travesía le ha alcanzado la muerte. Los que pasan por allí no dejan de prender alguna vela o de rezar, o si el viaje es muy apurado se sacan el sombrero como señal de respeto hacia el "finado".

Estos dos tipos de apachetas tienen lo mismo por objeto: el buen viaje; pero difieren en cuanto a que la de montículos de piedra está dedicada a la Pacha Mama y por que tiene un sentido diferente al de la "apacheta cristiana" cuyo significado es más profundo - el rezar por el muerto o prenderle una vela -. Las ofrendas de una y otra también son disímiles: en la de la Pacha Mama se encuentran acullicos de coca, agua, dientes, cuernos de animales, dinero, bebidas, pulseras, relojes, etc. En las Cruces hay flores de papel muy coloridas, velas, fotos y generalmente algunas estampitas de la Virgen María o algún santo.

Estas ancestrales costumbres poco a poco van desapareciendo, la juventud ya no sabe de su significado ni las practica, aparte las sendas polvorientas y pedregosas están siendo reemplazadas por los nuevos caminos hechos por las motos enduro o las camionetas 4X4, quedando en el olvido los caminitos usados antiguamente.

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