El Ukako

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Cuenta Olga Sánchez, en sus Creencias y supersticiones puneñas, que el señor de las tinieblas, amo de las minas, es una creencia ampliada por los obreros bolivianos, que en los centros mineros de la puna representan el 50%.

Al cavar en las minas, los mineros, si encuentran una veta, entronizan la figura de Ukako en una vieja y abandonada mina, distante del establecimiento minero. Un día viernes, en lo más profundo de la cueva, levantan el altar del dios, que se representa con una figura con ojos grandes, orejas puntudas, dientes filosos, cuernos arqueados y una larga melena. En la mano izquierda sostiene un trozo del mineral encontrado y en la otra un tridente, ya en su trono, Ukako recibe ofrendas consistentes en alcohol, coca, cigarrillos y sahumerio de Koas con bastante azufre.

En las fiestas del carnaval, precisamente el día martes se lleva a cabo la challada o challaco de minas a fin de que Ukako mantenga la veta fructífera.

Se ornamenta la cueva con papel picado, serpentinas, harinas de color y sahumerios azufrados; el capataz deposita en el trono 7 puñados de coca, 7 paquetes de cigarrillos, 7 botellas de bebidas alcohólicas, 7 corderos que serán sacrificados. Entre los obreros más antiguos, se eligen 7 mineros y 7 palliras: los primeros sacrifican las bestias y ellas reciben la sangre en vasijas de donde beberán todos los trabajadores. Estos honores se mantendrán mientras la veta siga produciendo. Luego de terminada la ceremonia, se asan los corderos y se toma abundante chicha hasta blanquear los ojos.

Dicen los mineros que "el señor de las tinieblas Ukako, nada tiene que ver con el Satán de los europeos que representa el mal por el mal mismo; Ukako, en cambio, en la sepulcral oscuridad del socavón guía los pasos de los mineros como un duende protector de las minas en las montañas puneñas"..

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