Folklore e Historia

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Eliseo Soria Quiroga, con su libro El espíritu de la Nacionalidad (el Folklore en la Historia) nos inspiró para crear esta sección, en la cual pondremos algunos datos que consideremos curiosos, entretenidos o significativos que hicieron al Folklore; esperamos que lo disfruten.

Estanislao López, el caudillo conocedor: aparte de ser un experto en las guerras de guerrillas, tal nos cuenta Eliseo Soria Quiroga, López supo utilizar sus gauchos y los terrenos para enfrentar al enemigo. Cuando la suerte lo pone a enfrentar al Grl Juan Lavalle, López lo hostiga tanto y de tal manera, que los soldados unitarios no sabían a quien combatir. Y era tal la velocidad y astucia de los criollos del caudillo que si algún caballo o soldado de Lavalle se desviaba, ahí nomás caía en las garras de los hombres de López.
Después de haber fatigado al ejército de Lavalle, López consiguió atraerlo a un campo cubierto de verdes pastizales (muy tentador para la caballada), allí lo dejó descansar toda una noche, para que los equinos invasores, exhaustos, pudieran saciar su hambruna. Ese campo tenía romerillo (un pasto venenoso que los potros baquianos no comen) y esto le costó 600 animales. De esta forma el caudillo conocedor extenuó en grado máximo a Lavalle hasta hacerlo abandonar la provincia de Santa Fe: bastión de López
.

Cualidades de jinete del gaucho: en su libro "El caballo criollo en la Historia Argentina", Gabriel Taboada nos reproduce un texto de Charles Darwin (1809-1882) de cuando pasó por nuestras pampas: "No les entra en la cabeza la idea de que se pueda ser derribado por un caballo. Un buen jinete es, en su criterio, quien puede manejar un potro indómito, o quien, de caérsele el caballo puede quedar en pie, o es capaz de realizar hazañas semejantes. He oído a un hombre apostar que derribaría a su caballo veinte veces y que él no se caería ni una sola. Recuerdo de un gaucho que montaba un caballo muy rebelde que tres veces seguidas se encabritó y que cayó de espaldas con gran violencia. El hombre, con desusada sangre fría, juzgaba el momento propicio en que era menester tirarse al suelo, antes o después de encabritarse; y apenas el caballo estaba en pie, saltaba el hombre a sus lomos, hasta que por fin partieron al galope".

La muerte del "Supremo Entrerriano": es sabido que si hubo un gaucho bien gaucho ese fue el Brigadier General Juan Manuel de Rosas. El Restaurador enseñaba que los caballo debían galopar aún boleados (entiéndase esto por el caballo que galopa con las boleadoras enredadas en las patas), esto lo aprendió de sus indios soldados, quienes eran expertos en esos menesteres. Esta premisa no la aprendió la Delfina, la lusitana mujer de Francisco Ramírez, el "supremo Entrerriano". Nos cuenta Soria Quiroga que corría el año 1821 y Ramírez tenía el lema: "Por mi patria y por mi dama", el 10 de junio de ese año, Estanislao López y el Gobernador de Córdoba: Bedoya, lo alcanzan en Río Seco merced a un golpe de boleadoras en las patas del caballo de la bella portuguesa, haciéndola prisionera. En El espíritu de la Nacionalidad se transcribe el texto de José Antonio Saldías en el cual narra que al ver a su dama en aprietos, Ramírez, enristra su lanza y a toda carrera en su caballo los enfrenta, Gastellú le mata el caballo y el Grl cae parado haciendo retroceder a los soldados santafecinos. Ante tal espectáculo Gastellú le dispara y da en pleno pecho, el Supremo Entrerriano llega aún a lanzar algunos lanzazos, por lo cual los enemigos no se le acercan, temerosos, hasta que cae. La Delfina se abalanza sobre él y acunándolo en su regazo lo cuida como a un niño. Luego frente a los ojos de su dama, es decapitado. Murió fiel a su lema. Lástima que el caballo de su enamorada no sabía galopar boleado.

El mejor jinete de América: Nos cuenta Sarmiento que después de Oncativo, Rosas, Facundo Quiroga y Estanislao López se reunieron en Pavón para programar sus campañas. Sus juegos eran montar a caballo y salir por los campos, se boleaban los caballos, apuntaban a las vizcacheras (campos agujereados por este roedor, muy peligrosos para hacer galopar los fletes) y hacían rodar sus cabalgaduras, corrían carreras, se pechaban y volteaban. En una de esas correrías Rosas enlazó del cuello a López y lo arrastró unos metros desde su caballo. Dice Sarmiento: "¿Cuál es el más grande hombre? El más jinete, Rosas, el que triunfa al fin". Una mañana va a invitar a López a la correría: - No, compañero - le contesta éste: si de echo es usted muy bárbaro -. Rosas los castigaba todos los días, los dejaba llenos de cardenales y contusiones. Y continúa "Rosas es el mejor jinete de América, aunque Quiroga el más valiente de los caudillos por sus proezas varoniles, por lo que aquel siempre le tuvo su justo temor".

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