Comentario de Daniel Lopez:

Acerca de esta zamba, su autor, Alberto Castelar, nos cuenta una de las historias más sorprendentes de todo el cancionero.
Durante un viaje a Catamarca, saliendo de Córdoba y en pleno desierto de las salinas, pinchó una goma de su coche. Reparaba el problema a la vera del camino, cuando una polvareda le indicó que otro coche se acercaba. Durante una fracción de segundo, un bólido rojo se colocó ante sus ojos y asomando de él un rostro de mujer, bello y sugestivo, le pareció a Alberto una aparición mágica en aquella blanca soledad.
Días después, bajo una lluvia torrencial, tuvo que detenerse en pleno centro de Tucumán. Allí estaba, meditando al compás del limpiaparabrisas, cuando una mancha roja surgió de entre la tormenta y, con ella, el inolvidable rostro de las salinas. El torrente de agua que el otro auto levantó al pasar, puso una cortina entre su visión y la ventanilla del suyo.
Ya en Catamarca, unos amigos le invitaron a parar en casa de ellos, que era una quinta en las afueras. Esa noche los dueños de casa celebraban sus Bodas de Plata con una gran fiesta. Había muchos invitados. Charlando con algunos, Alberto alcanzó a divisar en el fondo del gran patio a un grupo de jóvenes bailando una zamba, y entre ellos, a la desconocida que ya se estaba tornando en una obsesión. Cuando iba a preguntar quién era, le pidieron que tocara el piano y a él se dirigió, olvidándose de su curiosidad. Pero el misterio no lo dejaría. Cuando la zamba terminó, y se acercó a una mesa a buscar un cenicero, vio una fotografía de la extraña joven que le sonreía desde un pequeño portarretrato.
-¿Quién es?- preguntó de inmediato a la persona más próxima.
-La sobrina de la dueña de casa- le contestaron-; hace un año justamente murió en un accidente en su auto, regresando de Córdoba.
-Es que me pareció verla bailando la zamba en el patio...
-No hay nadie que se le parezca. Era demasiado linda- exclamó su interlocutor mirándolo con extrañeza.

Alberto Castelar no olvidó nunca aquel viaje a Catamarca ni la melodía de aquella zamba que había improvisado cuando creyó verla bailar en el patio. Melodía que silbaba cuando tenía algún problema indescifrable en su cabeza.

(Tomado de una nota original de Alma García en la revista "Folklore", de diciembre de 1966)



TÚ ME PEDISTE UNA ZAMBA  - Zamba

Letra y Musica: Alberto Castelar

Tú me pediste una zamba
bajo el esplendor
de un cielo catamarqueño
junto al valle en flor...
de un cielo catamarqueño,
paloma,
junto al valle en flor.

Tú me pediste una zamba
dime, ¿para qué?
Será para que le cante
al amor que hallé...
Será para que le cante,
donosa,
al amor que hallé.

(Estribillo)
Florcita catamarqueña
mi tinogasteña hermosa y gentil...
Tú me pediste una zamba...
será para ti...
Tú me pediste una zamba,
paloma,
será para ti.

Tú me pediste una zamba
y así la entoné;
humilde pero amorosa
como aquel clavel...
humilde pero amorosa,
paloma,
como aquel clavel.

Tú me pediste una zamba;
en tí me inspiré,
mirando tus ojos negros,
besando tu piel...
mirando tus ojos negros,
donosa,
besando tu piel.
 

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