EL  REBENQUE

Milonga

 
Colgado de una tijera
de mi rancho ya ladeao,
tengo un rebenque pesao
entre otras prendas camperas.
De papada es la sotera
bien sobadita y el cabo
es corazón de guayabo
retobao con tiento fino,
me lo trenzó un correntino
que supo andar por mi pago.

Pucha si supiera hablar
las cosas que contaría,
de mis bravas correrías
de cuado sabía domar.
Hasta puedo asegurar
y no es por contar grandezas
que lo hizo andar con presteza
a más de un gringo pulpero
pues era como sombrero
pa’ andar sobre las cabezas.

Y ahí también está mi lazo
que tuvo trece brazadas
con él en mis camperiadas
probé el rigor de mi brazo.
El pobre ya está viejazo
y está medio remaliao
y tan sólo le ha quedao
el cascabel que cantaba
cuando en las guampas entraba
de algún toro refregao.

Y un par de espuelas caladas
que fueran todo mi orgullo
en los tiempos en que a un grullo
en pelo me le sentaba
y cuando me le pegaba
como tigre a la clinera,
cuando salía campo ajuera
haciendo temblar el suelo
al trinar de los jilgueros
y al chasquear de la sotera.

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