Canción que Canta el Viento - Canción
(J. Pedroni – Q. Figueroa)

‘Dejadme marchar con vosotros, poetas surgidos del pueblo. Dejadme ser vuestro compañero de ruta en mi último trecho. No quiero quedarme olvidado en el mundo viejo. Quiero marchar con aquellos que entonan los cantos nuevos de los tiempos nuevos. Dejadme ser vuestro compañero de viaje. Vengo de lejos. Mirad aquél confín de piedra y humo, aquél desierto. Para alcanzaros en la marcha me aligeré de todo peso. Tuve que atravesar mi propia noche de extremo a extremo, abrirme paso entre las ramas negras de un bosque seco para alcanzaros en la ruta del aire fresco’.

Por el mundo de verás las ciudades alegres

las ventanas sin rejas, las puertas abiertas.

‘He llegado por fin pero estoy por el suelo. Ayudadme a ponerme de pie, poetas surgidos del pueblo. Llevadme donde el agua. Dadme vuestro pañuelo. Enseñadme un lugar de trigo joven para echarme de pechos y dejadme dormir mi primer día en vuestro día nuevo’.

Por el mundo verás nuestro pan repartido

Nuestra sal bien medida y el sueño cumplido.

‘Una paloma que me guía. Blanca… será mi hermoso sueño. La paloma que espera y se adelanta, de cortos vuelos, la paloma que todos hemos visto una vez por lo menos, que se recuerda como un ángel, el ángel bueno’.

Por el mundo verás aquél niño que duerme

aquél hombre que canta, la madre que sueña.

‘Al despertarme no digáis de mi ni esto ni aquello. Atrás dejé la noche del pasado y ya no la recuerdo. Si algo queréis decir, decid: Ha llegado el buen viejo. Decid: Quiere ser nuestro compañero de ruta, quiere que lo llevemos, quiere marchar con aquellos que entonan los cantos nuevos de los tiempos nuevos’.

Será la casa nuestra y nuestra la ventana.

Será la mesa nuestra y nuestro el pan del día

Será nuestro el abrigo y nuestra la mañana.

‘Atrás eché los fardos del pasado. Ya no lo siento. No me dejaban ver las cimas. Me he librado de ellos como la planta sin la piedra estoy derecho y ahora quiero marchar con vosotros, hacer vuestro camino de sol y nacimiento, de trigo y voz que he rescatado y gallos que cantan en los techos. Dadme la voz que es tarde, pronto que se va el tiempo. Sobre la ruta estoy con mi caballo. No puedo contenerlo. Toda la noche contemplé las luces de la ciudad sin miedo. Están aquí, junto a un río donde el trigal se encuentra con el cielo. Porque voy a alcanzarla y a perderla, quiero llegar con los primeros’.

Déjame marchar para alcanzar el trueno

a donde el trigal se encuentra con le cielo

a donde el camino nos lleva al tiempo nuevo.

‘Lleno de ramas muertas está el árbol del mundo viejo. Ya se lo ve caer en el ocaso. El viento es fuerte y fresco. Trae el rumor de voces del batallón del pueblo y a cuestas lleva el árbol y los pájaros del mundo nuevo. Los poetas que están en el camino ya hacen allí los versos. Están poeta, obrero y campesino unidos en el trébol. Hay quien sale a mirarlos en el día y ve que aquello es bueno. Hay quien mira y no ve. Hay quien no oye el canto mensajero y hay quien se hace a la calle para alcanzar el trueno de la marcha de hoces y amapolas. Yo soy uno de estos. Mi puerta queda abierta y la golpea el viento. Dejadme ir con vosotros, compañeros’.

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