Jorge Martín Furt

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UN ARGENTINO TRASCENDENTE.

Texto gentilmente cedido por su nieta, señora Isabella Rodriguez Furt

LOS TALAS. LA ANTIGUA ESTANCIA DE LUJÁN.

Las primeras construcciones datan de 1635. Hace mas de un siglo que pertenece a la familia Furt. No hace mucho volví a la vieja estancia, con explicable emoción. Era yo muy joven cuando con mi marido y mis tres hijos visitábamos a Furt. Lo veo muchacho, dueño de casa, “ el patrón chico”, como lo apodaban los peones. Alto, apuesto, rubio muy claros los ojos, como de agua mansa. Distraída la mirada en lejanías solo suyas. Lo imaginé con el padre D.Jorge Aquiles Furt “señor de otros y de sí mismo”.
Me dibujé a José Mariano Biaus, el bisabuelo pionero; al abuelo Mariano Biaus y Córdoba y a Etelvina Castaño de Biaus, su mujer, la abuela de ascendencia criolla. Después repensé la imagen de la madre, cuya descripción escuché alguna vez: frágil y dulce. Y los evoqué a todos junto al portón grande, joya de hierro trabajada a mano, contemplándome, intrusa en su mundo. Pensé que Los Talas no es solota estancia de Furt. No es una tierra semejante a otra tierra. Es distinta. Tiene historia. Formó parte de la merced que en 1635 el gobernador del Río de la Plata, D. Pedro Esteban Dávila, asignó a Juan de Vergara. “Fue de sus herederas Juana y Antonia de Leyva y Vergara, y luego de Teodora de Leyva y Vergara, quien la cedió a Pedro Díaz de Vivar en 1.793”. En noviembre de 1.824 – a catorce años de la Revolución de Mayo – José Mariano Biaus compró las 3.500 varas de tierra que se conservan (1). Las heredó su hijo Mariano Furt Biaus y a su tartaranieta Etelvina Furt de Rodríguez. Además de ser una de las estancias mas viejas del país, Los Talas evoca otros hechos de nuestro pasado. Dice Furt: “Es tradición que allí, como el mismo lo data, Esteban Echeverría escribió Laa Inserrución del Sud y algunos poemas menores.”. (2). Los Talas estuvo en poder del Estado desde octubre de 1.840 a mayo de 1850. José Mariano Biaus, afiliado al partido unitario, sufrió el embargo de sus bienes.
Ante la persecución rosista se decidió por el exilio en la Banda Oriental. La estancia fue ocupada por las escoltas de Rosas después de venderse sus muebles y haciendas. La casa comenzó a construirse a mediados del siglos XIX. Mantiene su fisonomía inalterable. “Las viejas arboledas, la casa de humildes adobes, sin otro alarde arquitectónico que el lujo de algunas voladas cornisas, estan conservadas con amor y respeto”. (3).
Hay dos viviendas patronales de una sola planta. Muebles coloniales, platería antigua, cuadros valiosos, vajilla francesa archivo de manuscritos históricos, incunables, una numerosa librería, son el acervo que con dedicación cuidan sus dueños. Los Talas es ya historia patria. Convertida por el tiempo y el amor de Furt y los suyos, no solo un lugar deleitoso, como diría Berceo, sino solar de consejas y leyendas. Casona vieja, árboles con troncos rugosos. Bajo los copudos talas se aquieta el ánima ante tanto silencio. Algún ñandú cruza el campo, los chimangos agoreros vuelas casi al ras del pajonal. “La Villa unas horas atrás con su Virgen, la tersa tira del poniente sobre la pampa marina, la sombra pisando los talones de esta gente reducida al seguro de su cerco con sus carros y caballos y con su ronda despierta. Pero nada: Nada: el rozar de las sombras la tierra, el cansancio. Esa sería la tarde primaveral de 1.824 con mi bisabuelo poblador”. (3).

QUIEN FUE JORGE FURT.

Nació en Capital Federal el 20 de mayo de 1902, en la misma casa donde había nacido su padre, en 1864. Estudió en el Colegio Lacordaire de los domínicos. Se inició en n Medicina y en Derecho y luego en Filosofía y Letras, que cursó con mas asiduidad . Arqueología y Antropología le interesaron. Dominaba las lenguas clásicas, el francés, y el italiano (4). Podía leer y traducir inglés y alemán. Estos conocimientos le permitieron ser un investigador autodidacta. Sabía mucho en profundidad como natural reacción de su sensibilidad a todas las superficialidades. Lo conocí muy joven: introvertido, intimista, silencioso. La sonrisa impregnada de ternura era triste. Al recordar esa modalidad le pregunté a su hija : ¿Quién influyó más en la personalidad de Furt?. La respuesta segura fue: “La soledad. Perdió a su madre a los catorce años. Pasó gran parte de la infancia y la adolescencia con los domínicos y muchas vacaciones en Córdoba con ellos”. Comprendí. Habituado desde niño a vivir entre la austeridad y la pureza de religiosos que lo iniciaron en añor a los clásicos, o en la austeridad de los paisanos, gio reservados como su paisaje para quienes no aprenden a advertir el silencio.
Las vacaciones que no pasaba en Córdoba con los domínicos las vivía en Luján…”en Los Talas aislado y lejano (un día de cada año madrugar, tren a Luján, coche en tierral de seis leguas, sueño, cansancio y hambre) había para después de cada invierno de ciudad un verano de campo…”.(5). En 1919 egresó, bachiller, del colegio de los domínicos. Hombre, recordaba el tiempo de estudiante:
“…los claustros de Santo Domingo coloniales repiten alternar de luz con sombra de luz con sombra de luz con sombra. Todos blancos, piso rojo. Callados como aguardando el tiempo; con tristona soledad de sepulcro un poco y otro poco de ruina: no en balde tantos siglos entre los paredones macizos.
“Fray José es el lego del convento. Oscuro, menudo, color y pelusa de murciélago, luciente sola su sonrisa bajo la capucha calada.
“Fray Simón es el lego de la iglesia. Discreto, viejo silencioso, todo el día acomodando y desacomodando cosas por la sacristía. Bonhomia de hombre vivido: militar de muchacho. De verlos pasar a veces, conocía los autos. Lejanía de milagrero.
“Fray Pedro, portero es el lego para la gente. Español cerril y armado, rudo y recio, tronco achaparrado. Estos los tres legos de Santo Domingo sombrío. Los hábitos blancos,escapularios negros…”
Tenía Furt veinte años cuando viaja a Santa Fé en tren de investigador de infolios “…La biblioteca toda antigua, recibe mi adolescente cariño por los libros viejos. Uno por uno todos me dan su algo – cuanto pueden darle a un muchacho sin años desentendido- : cierta página linda, cierta ilustración de madera, cierta linea elocuente, cierta portada estudiada en letras, tintas y formas, cierta encuadernación que pide una mano para tenerla…”
Córdoba está siempre en sus evocaciones. Los conventos y los cerros.

TIEMPO DE EUROPA.
Cursaba estudios en Filosofía y Letras. Los abandonó porque sus inquietudes lo llevaron a Europa. Viajó becado por el Ministerio de Educación en 1926. En Italia estuvo con d”Annunzio, merendó castañas con Farinelli y dio en La Zapienza una conferencia en homenaje a Angel de Estrada. Tenía 22 años. Su vida de convento es la de un benedictino. Estudia y para mantenerse da clases de griego a los novicios.
Visita iglesias, museos, bibliotecas. Allí crece y madura su espíritu anhelante y quizas halla calma para sus ardores juveniles, compañía para su soledad. Este tiempo enriqueció al argentino ávido de lo antiguo. Italia es para él casi adolescente Furt la sirena que lo aprisiona. “Italia todo lo puede” afirma. Su descripción de la casa de Farinelli es un canto de amor: “La casa cuadrada, recia y limpia, sobre el lago Maggiore. Rodeada de castaños y de ardillas. Su cuarto de escribir lleno de libros. Los muebles de palo rústicos y cómodos. La paz silenciosa y profunda de la montaña. La comida simple –pan y pastas y frutas caseras- en las escudillas de madera, los vasos del vino doméstico. El sol tibio en el día; el fuego chisporroteante y perfumado de las piñas en la noche mientras nevaba. Las sábanas ásperas de lino olorosas de espliego…”
Quedó ñás del tiempo calculado. “Trabajó en el relevamiento de las ruinas de Pompeya y en los ficheros de la Biblioteca Vaticana. Allí hizo amistad con el benedictino Pedro Alvareda, luego Cardenal y por entonces Prefecto de aquella biblioteca” (4) Permaneció en el extranjero hasta 1929.
Viaja a Francia . Después de Versailles, una madrugada de 1925, admira la Catedral de Chartress. Tan diferente el amor pagano y el amor a Dios que esculpe en la piedra como en arcilla flores, ángeles, santos. “…La masa informe de la Catedral inmensa prevalece y sobrecoge terriblemente. Como si uno soñara bajo una gran mole…”(5)
Sus viajes fueron vivencia y ansia de perfección. En Turín siguió cursos de Literatura Comparada con Farinelli y en Nápoles estudió Folklore con Raffaelle Corso.(4). Vale recordar que Furt tocaba la guitarra desde muy joven y que la perfeccionó con Eleuterio Tiscornia. “Yo fui el primero (1920) en tentar el estudio seriamente acometido de nuestro arte popular: cancionero, coreografía…”Con tanto empeño leí centenares de libros nativistas, recorrí campos y sierras coleccionando textos, estudié todo lo extranjero publicado sobre demografía…” (5).
El colegio Lacordaire y Santo Domingo, también Filosofía y Letras, lo prepararon para gozar del viejo mundo. El convento había sido alguna vez el refugio de su espíritu y entre sus antiguos manuscritos se moldeó su carácter. En algún libro reconoce que los domínicos no lo presionaron y que “con discreción inmensa nunca le insinuaron el problema terminante de creer o no creer”. Durante su vida integró instituciones importantes. En 1925 ya era miembro del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad de Buenos Aires; en 1926 de la Hermann Berth Gesellschaft de Viena; en 1938 de la Asociación Folklórica Argentina y en 1966, de la Academia Argentina de Letras. Desde 1934 hasta 1939 ocupó la dirección de la Biblioteca de la Asociación Cultural Ameghino de Luján, la presidió varios años, le donó un valioso terreno, asesoró y contribuyó económicamente para la construcción de su sede actual, pequeña joya arquitectónica. En 1960 fue vicedirector primero y después director del Museo Histórico de Luján.

EL ESCRITOR. EL HOMBRE.
Dedcó su vida al quehacer intelectual pero no especuló con él. Heredero de bienes materiales, los puso al servicio de los del espíritu. Salvó libros, cuadros y colecciones de la indeferencia del olvido o de la expatriación. Así entre otras cosas, adquirió el archivo de Juan B. Alberdi, la biblioteca de Cháneton y parte de la de Tiscornia. Todo con sigilo. Como era él. Y en tanto, sufría apuros económicos por querer hacer su obra y salvar al mismo tiempo el patrimonio heredado.
Ayudó a escritores y artistas y reeditó libros agotados. Desinteresadamente. Vocación obsesiva la suya y valiosa para el país y para tantos que pasaron a su lado. Las ediciones fueron generalmente limitadas y sus obras, extensas o no, distribuidas entre amigos, gente de letras y bibliófilos. Pero no era un elitista ni un orgulloso. Mi relaciónde años, me permite afirmar que fue un escéptico casi místico, de muchas vanidades; un humilde y exigente autocrítico. Tuvo influencias, pero entre ellas eligió su camino, que respondió a algo interior. Su estilo – esa mezcla de castel, lano clásico con criollo tan personal – lo evidencia. Desdeñó reglas, sistematizaciones pautas. También fue excepcional su amor por cada edición. Elegía el papel - se podía entonces- el tipo de letra, la diagramación, las viñetas. Cuidaba la perfección de las ilustraciones.Por eso estuvo siempre ligado a los Colombo, artistas impresores excepcionales. Para comprender su obra, tan importante como casi desconocida en su Argentina contemporánea, debiéramos analizarla toda. Por una razón de espacio y otra de oportunidad, ya que ésta debe ser una iniciación al tema Furt, nos referiremos solo a una parte de ella.
Los libros y publicaciones exceden de sesenta. Los agrupamos en ocho series: Estudios de folklore, Estudios varios, Obra lírica, Ediciones, Colección de textos y Estudios literarios, Toda la obra, Colaboraciones en diarios y revistas y Prólogos.
La serie I (seis libros) la publica entre 1923 y 1930. Destacamos Lo Gauchesco en la Literatura Argentina. En la Advertencia explica qué entiende por crítica literaria. Fue cuestionado en el momento de su aparición.
La II ( dieciocho obras) se inicia en Roma en 1926 con Angel de Estrada. Ese año escribe también La leyenda de Fray Luis Bolaños ( la reedita en 1932) y en 1938 el Echeverría (reimpreso en 1952). El Discreto, de Gracián es publicado por la Academia Argentina de Letras. El texto crítico es de Romera Navarro y de Furt. Apareció en Buenos Aires, en 1959.
La III son sus ocho obras líricas, Flor de Milagros, Niobe, Coral, etc.
La IV comprende las ediciones hechas por Furt. La integran libros agotados y de autores noveles.
La V es una colección de textos y de estudios literarios.
La VI ( tres libros de Furt): Libro de Compañía, tomo I y dos obras inéditas: el segundo tomo de Libro de Compañía y Prosa.
La VII ( colaboraciones en revistas y diarios: La Nación, Verbum, La Razón, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, Inicial, Sagitario, Revista de la Universidad de Córdoba, Boletín de la Asociación Cultural Ameghino de Luján, etc.
La VIII son dos prólogos.
La biblioteca de Furt es, entre las privadas una de las más importantes de América. La componen más de diez mil (actualmente 40.000) libros fichados y ordenados en ocho salas: manuscritos de la obra de Furt y biblioteca de libros antiguos; pergaminos y ejemplares antiguos de literatura clásica; literatura francesa e italiana, literatuta argentina, diccionarios antiguos y modernos, revistas y folletos, archivos, libros de ordenamiento y ejemplares sin encuadernar.
La integran además, el Archivo de Juan Bautista Alberdi, la colección Tiscornia y la biblioteca Chaneton. Es imposible citar los ejemplares que posee, valiosos por su contenido, su impresión, antigüedad o encuadernación. Basta decir que hay incunables y ediciones de Góngora que con el Oráculo Manual, de Gracián, pueden ser únicos.
Furt fue hombre de amistades profundas y de recónditas ternuras para ellas, así como de extremada sensibilidad para los desafectos.
Murió en 1971, en Luján. Aún a riesgo de carecer de médico, cuando su corazón de hacia mucho enfermo le anunció el final, quería irse a Los Talas “…mi tierra de vida y de muerte…”
Por su calidad de escritor y por su vida ejemplar lo definimos como un argentino trascendente. Que lo sea en esta tierra ávida, hoy más que nunca, de encontrarse a sí misma. El se definió cuando dijo : “La riqueza que uno tiene es lo que uno ha dado” (G. D Anunnzio)

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