La Coqueada

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En la búsqueda constante de bibliografía para completar nuestro sitio, dimos, en Salta, con un interesantísimo libro: La Historia de la Coca, editado por el Círculo Médico de Salta.

Entre las acepciones, los autores de La Historia de la Coca enumeran: Coca, deriva del quichua Kuka, hoja del arbusto Erythroxylon Coca; y muchas acepciones relacionadas provienen de su nombre, asi:

Cocal: plantación de coca - Coquear: masticar las hojas, formando el acullico o acuso - Coquero: del que mastica hojas de coca en forma habitual - Coquera: bolsa para llevar coca hecha de vejiga de animal sobada y teñida - Acullico (acuso): bolo de hojas de coca enteras que se ubica entre los molares y el carrillo - Chuspa: bolsa tejida para guardar hojas de coca u otros objetos, puede ser también hecha de bolsa escrotal de vacuno o de caprino - Yica: bolsita para guardar coca - Yista: masa semiblanda hecha con cenizas de ataco, pascana o puscuna, a la que se agrega puré de papas hervidas, sirve para acompañar el acuso - Misquinchar: masticar la yista.

Historia y primeras Noticias: es prácticamente imposible establecer el comienzo del cultivo de la coca, ya que los incas no conocían la escritura y no sabemos si fueron ellos o alguno de sus conquistados los que comenzaron con esta práctica. Sin duda los pueblos que practicaban su uso le otorgaban orígenes divinos, y los conquistadores españoles siempre tuvieron curiosidad por su uso y por sus efectos.

Las primeras noticias sobre la coca pueden ser en el libro Décadas del Nuevo Mundo de Pedro Mártir de Anglecía, quien a su vez transcribe las observaciones del Padre Ortiz, sacerdote que acompañó la expedición a los indios de Cumaná. Este padrecito anota que los niños se iniciaban en el coqueo en la pubertad y que coqueaban todo el día de ambos lados de la boca, y que el coqueo les ennegrece los dientes y les impide las caries y caída de los dientes.

Bartolomé de las Casas, le atribuía a Topa Inga el descubrimiento de la coca, "este señor fue el primero que halló el secreto y mandó se usase y gozase el provecho de la coca, yerba que se tiene hoy en gran estima".

Nos narra La Historia de la Coca que "en la época de los Incas estaba reservada únicamente para las clases privilegiadas de los nobles. Su goce sólo llegó al pueblo cuando entraron los conquistadores españoles". Son muchas las pruebas que en este libro se transcriben para sustentar esta teoría, entre ellas "la (que) da el mismo Inca Garcilaso, quien por herencia materna poseía el histórico cocal de Havisca, en las márgenes del río Tunú, uno de los afluentes del Beni; la propiedad databa del año 1120, y había asido concedida a su madre que era prima hermana del Inca Atahualpa.

La Coca y nuestras tradiciones: Cuando los habitantes calchaquíes salen de caza invocan a la Pachamama cavando un agujero en el cual ponen hojas de coca, posiblemente para pedir a la deidad que los cazadores no se apunen. También sirve de decisión para la caza, ya que se pega con saliva una hoja de coca en la punta de la nariz, a la que se le da un fuerte soplido para que se despegue: si la hoja vuela a la derecha, habrá suerte, si lo hace a la izquierda, desgracia.

En otras ceremonias en la cual se usa la coca, por ejemplo, son:
La siembra, pues al comenzarla se ofrenda a la Pachamama con las hojas.
El mulitplico, ceremonia para pedir por el aumento de ganado, se coloca un puñado de hojas sobre la mesa del dueño de la hacienda y cada uno de los concurrentes saca cuatro o seis hojas. Cada hoja simboliza cien crías. De ahí se invoca a San Marcos (patrono de la hacienda) y se le entrega al dueño las hojas de coca. Éste las guarda esperanzado en que el milagro hará la multiplicación.

Una curiosa costumbre, en la cual Adán Quiroga recoge observaciones de Juan B. Ambrosetti, dice que "Cuando un animal está para morirse, la mujer acerca la chuspa de coca a la boca del animal para recoger dentro de ella el último suspiro.

Algo más: El uso de la coca, en este caso, no es el que le dan las personas que se dedican a matar a la juventud con vicios innobles; con respecto a ello, en "Coca no es cocaína" de ediciones Pueblos Andinos, nos indican que estudios médicos realizados, han demostrado que durante la masticación se inactiva el efecto de la cocaína, ya que la coca sufre una hidrólisis por efecto de la saliva y de los jugos gástricos; esto hace que ingrese a la circulación sanguínea como ecgonina, componente activo que favorece la digestión y la asimilación de los carbohidratos, parte esencial de la alimentación en los Pueblos Andinos.
Cuando uno está "mascando" coca varias horas, la hoja pierde su productividad y ya no despide "jugo", este es el momento de poner un poco de "bica" (bicarbonato de sodio) o yista para estimular la savia de la hoja.

Las hojas de coca se venden en 2 categorías principales y una especial: la hoja común y la seleccionada (la diferencia entre ambas es la calidad de las hojas, obviamente) y la 3a es la que se encuentra ya destallada (le sacan los tallos) y con acuyicos armados. Varían el precio y la frescura de las hojas.

Una noticia buena para los coqueadores:
Ley 23.737
Sancionada el 21 de Septiembre de 1989, promulgada el 10 de Octubre de 1989 por aplicación del artículo 70 de la Constitución Nacional y publicada en Boletín Oficial el 11 de Octubre de 1989.
Art.15: La tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes.

 


Marcelo Mirabal de Jujuy nos ha enviado este artículo con ceonceptos interesantes de la Coca (nuestro agradecimiento a su constante ayuda):

Una leyenda cuenta que los dos hijos del Sol, Manco Capac y Mama Okllu, llegaron a la tierra con un regalo del cielo para los hombres: La COCA.

Desde tiempos sin memoria, las hojas de este arbusto participaron por tal razón, de la vida mítica, mágica y religiosa del pueblo inca. Su consumo no ha decrecido sino que, ignorando leyes y condenas se ha extendido más allá del ámbito quichua, convirtiéndose en unas de las grandes polémicas americanas a la par que importante fuente de ingresos para algunos países. En ellos, su cultivo y exportación tiene el amparo del propio gobierno que aplica para estos casos, leyes y principios morales muy particulares. En Argentina el cultivo de la planta de Coca está prohibido, no así su consumo y tenencia que esta reglamentado bajo la Ley 23.737 (ver recuadro); en tanto que países como Bolivia y Perú permiten su cultivo.

Coquear es la palabra que describe la acción de mascar las hojas de coca. El coquero (quien realiza esta acción) no masca las hojas, sino que forman un bolo con las hojas (llamado "Acuyico", "Acusi", Mascada, y otras variantes fonéticas de la voz de origen quichua “Akullikuy”) y lo colocan entre las mejillas y la mandíbula donde la tienen por horas, provocando una abundante salivación que saborean lentamente.

No se parte ni se desmenuza la hoja; se la ovilla con la lengua, una sobre otra, metódica y pausadamente. En todo el noroeste Argentino, especialmente en Jujuy y Salta, son muchísimos los adeptos a este suave alcaloide y son raros aquellos que jamás la han probado. Entre los adeptos no solo están incluidos todos aquellos de origen étnico, sino también blancos y mestizos.

Los "coqueros", por lo general apelan a este vegetal para trabajar muchas horas o para acompañar las largas tertulias regadas con "bebidas espirituosas" y condimentadas con mucha "juerga". La emplean para combatir el sueño, el hambre, la sed y el cansancio. Los “coqueros” afirman que se sienten animosos, lúcidos y alegres cuando la tienen en la boca, y es sabido por todo norteño que no hay nada mejor para evitar el apunamiento que un buen “acuyico”. El uso de la coca, en este caso, no es el que le dan las personas que se dedican a matar la juventud con vicios innobles.

Alrededor de las mesas de juego, asados y guitarreadas, abundan las hojas de coca y los platillos con bicarbonato que reemplaza a la “Yicta”, una pasta sólida preparada con féculas de papas y cenizas vegetales, que le dan a la saliva un sabor distinto, excitante y digestivo. La “Yicta” o el “bicarbonato (Bica)” sirven para estimular la savia de la hoja.

Entre los aborígenes quichuas este acuyico cumplía un rol de ritual mitológico, actualmente es entregado como ofrenda a la Pachamama al tiempo que se implora su amparo.

En la Puna es utilizado por adivinos para predecir el porvenir (Acuyicomancia); unos estudian la consistencia para extraer conclusiones, en tanto que otros observan su color y la forma que adoptan cuando se los aplasta con una roca; algunos otros los dejan secar sobre un papel al sol y analizan las manchas que se producen en el papel.

Algunos hechiceros Puneños aconsejan enterrar el “acuyico” cuando su dueño está enfermo y no arrojarlo en cualquier parte, con el fin de evitar “daños”que puedan agravar el mal, variante rural sin duda, de la medicina preventiva.

Su utilización es diversa y extensa pero, en síntesis, podría ser un residuo masticatorio que tiene características mágicas singulares y goza en general del afecto del usuario, que agradecen sus bondades dándole virtudes mánticas y místicas supletorias, como si se tratara de un ente con vida propia y muerte útil.

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