Los Fronterizos

Nacidos para cantar juntos

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Queremos agradecer la colaboración desinteresada del Sr. Cristián Aldasoro (Córdoba),
autor del libro Nacidos para cantar juntos: Los Fronterizos 1953-1978.

 

Los Fronterizos, de Salta al mundo

Fue a mediados de un siglo que desandaba la mitad de su camino. Eran años en los que, ayudado por la disposición del decreto 33.711, el folklore comenzaba a gozar de un tiempo de fecundidad musical y poética de excepción. Nadie soñaba entonces con vivir de la música, pero muchos cantaban, aunque más no fuera como una manera de atraer la mirada de las muchachas. En medio de ese movimiento musical, tierra fértil para la aparición de nuevos valores, nacieron al canto popular, y casi como si se tratara de un juego,

Los Fronterizos.

Formación inicial

Llegaron de su salta natal, agreste y romántica al mismo tiempo, con la fuerza de los años mozos y el espíritu lleno de la poesía que se respiraba en los aires del norte argentino. Eran changos jóvenes, estudiantes todavía, que aún definían sus vocaciones. Ellos mismos se encargan de contar siempre que ninguno comenzó a cantar en Los Fronterizos pensando que aquello iba a ser una forma de vida. El Negro López quería ser abogado, Madeo arquitecto, Moreno era bancario y Barbarán todavía estaba en el secundario; cada uno tenía sus planes, pero no pensaban que al final, la música iba a ser el camino que les esperaba. No imaginaron jamás, que el canto los convertiría en indiscutidos mimados de un público sediento de algo nuevo. Nunca pensaron, ni siquiera jugando, que el mundo les abriría sus puertas y los aplaudiría de pie.

Fue la insistencia de una tía de Carlos Barbarán, la encargada de juntar a esas cuatro voces que asombraron al mundo entero en tiempos en que no había mp3, Internet ni grabadoras caseras de discos, y el otro lado del mundo, era realmente “el otro lado del mundo”. Amigos desde siempre, el negro Gerardo López y Barbarán formaron un trío con Emilio Sola, el único fin de cantar en reuniones familiares y en la escuela. Pero la vida siempre tiene sorpresas a la vuelta de la esquina y en una oportunidad los invitaron a participar de un encuentro de poetas en el Teatro Alberdi de Salta y allí fueron. Cuando César Perdiguero tuvo que presentarlos peguntó el nombre del grupo, pero no había tal. López estaba leyendo la historia de los fortines de Salta, que se habían instalado para contener a los indios que venían de la zona del Chaco. A los gauchos que cuidaban las fronteras de los fortines les decían los fronterizos, y se le ocurrió dar ese nombre como pudo ser cualquier otro. Era sólo para salvar la situación.Aquellos primitivos Fronterizos pronto sufrieron la deserción de Emilio Sola, quien fue reemplazado por Cacho Valdez y poco después el trío se disolvía. El destino se empeñó en que un nuevo conjunto se formara y un día juntó a López y Barbarán con Eduardo Madeo y Juan Carlos Moreno que habían integrado Los Coyuyos. De allí en más, es historia conocida. Un nuevo grupo –que nada tenía que ver con el trío- había nacido para beneplácito de los amantes del folklore y había que ponerle un nombre. Como a Madeo le gustó el nombre del trío anterior, se decidió que también podía ser el del nuevo cuarteto... Era noviembre de 1954

Los más exitosos

Pronto ganaron un concurso, grabaron un disco, sonaban por la radio y comenzaron su andar por caminos insospechados. Carlitos Barbarán decidió entonces continuar sus estudios en Salta; el elegido para reemplazarlo fue César Isella. Llegaron luego las actuaciones y los discos. Pronto Los Fronterizos comenzaban a ganarse un lugar en el corazón del público, en especial al ser convocados por Ariel Ramírez para integrar su compañía y recorrer el país. De la mano del pianista santafesino desarrollarían parte fundamental de su carrera. Primero una gira de tres meses por la ex Unión Soviética. Luego llegaría Coronación de Folklore, con la participación también de Eduardo Falú, considerado por los entendidos como uno de los mejores discos de folklore argentino de la historia. Pero la sociedad artística aún tenía algo más para dar; la Misa Criolla que les abriría las puertas del mundo. De ahí en más fueron viajes, premios en todo el mundo, discos de oro y el reconocimiento internacional.

Con la firme intención de lanzarse como solista, en diciembre de 1965, César Isella anuncia su decisión de abandonar el grupo. Con la urgencia que dan los compromisos, un joven bonaerense, de buena pinta, es llamado en su lugar. El 11 enero de 1966, Yayo Quesada debutaba en el Teatro Griego de Córdoba. Quedaba atrás así la época de las mejores grabaciones fronterizas, pero comenzaba el despegue internacional definitivo. El Rheinalle de Dusseldorf, el Hollywood Bowl de Los Ángeles, el Opera House de San Francisco, el Tabernáculo Mormón de Salt Lake City, el Carnegie Hall y el Teatro Colón, entre muchos otros, fueron algunos de los escenarios que recibieron su magia musical

Tantos años de actuaciones, viajes y demás, comenzaron a minar las relaciones entre los cuatro amigos. La imposibilidad de llegar a un acuerdo ante la decisión de grabar una nueva versión de la Misa Criolla, marcó el alejamiento definitivo de Eduardo Madeo en julio de 1977.  El cordobés Omar Jara ocupó su lugar, pero la historia del conjunto ya estaba. Un año más tarde y luego de una disputa judicial entre Moreno y López, Los Fronterizos se separaron. Nuevas formaciones continuaron defendiendo el nombre, pero ya nada fue igual. Todavía, queda un lugar difícil de llenar.

Más datos:
- www.sadaic.org.ar
- Emilio Portorrico - DICCIONARIO BIOGRÁFICO DE LA MÚSICA ARGENTINA DE RAÍZ FOLKLÓRICA - 2da edición, Buenos Aires, el autor, 2004 (www.emilioportorrico.com.ar).
 

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