Comentario de Cucho Marquez:

De la estancia salteña llamada "La Candelaria" salieron grandes músicos como el propio Falú o Juan Carlos Moreno, la voz grave de Los Fronterizos. Y de ella nos habla el poeta Jaime Dávalos con unos hermosos versos en los que, una vez más, el cosmos toma forma humana y el cuerpo de la mujer amada se integra en el universo. Es ésta una zamba del atardecer, que es ese momento cuaresmal del día, en el que al morir el sol cual si fuera un ser humano, el universo parece más cercano que nunca del hombre. Por eso, cuando la noche madura y acepta la muerte del sol, se ha de alegrar el camino, sabedor de que amanecerá un nuevo día. Y esta zamba hay que saborearla, como un buen cognac en su copa templada, en la guitarra y en la voz de su autor, ese árabe acriollado que se llama Eduardo Falú,  que vio la luz un día de 1923 en la localidad salteña de El Galpón y al que Dios y el folklore guarden por muchos años. 
Por cierto, LOS CHALCHAS en sus grabaciones de esta zamba allá por los años 60, cambiaron totalmente la segunda estrofa por otra que no venía nada a cuento y que más que de Jaime, parece obra de su primo, Dicky Dávalos. 



ZAMBA DE LA CANDELARIA

Letra: Jaime Dávalos  
Música: Eduardo Falú
 
Nació esta zamba en la tarde,
cerrando ya la oración,
cuando la luna lloraba,
astillas de plata, la muerte del sol.
 
La acunaron esos ríos,
que murmuran al pasar
y el viento de los inviernos
le dio la tristeza que la hace llorar.
 
          Cuando madure la noche,
          zumo de mi soledad,
          se ha de alegrar el camino,
          zambita nochera: la candelaria.
 
Que se duerma la guitarra,
hueca de voces que van
sacando a flor de la tierra,
recuerdos queridos que no volverán.
 
Zamba de la Candelaria,
que cuando amanezca irás
rejuntando estrellas altas:
los ojos que me hacen a mí trasnochar.

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