PATIO DE NOGALES
Zamba
Letra y Música de
Carlos “El Negro” Alvarez
Editorial Lagos
        I

Sombra de nogales en el patio
preparando el fuego don Abraham
y Doña Victoria con su charla
viene y va.
Ronda que te ronda la ternura…
déjenla.

Removiendo brasas con un palo
quién sabe qué cosas pensará,
removiendo brasas se hace brasa…
qué embromar.
¡Quién ha dicho que el amor no existe!…
Don Abraham

Deje que le cante alguna zamba,
que la vida viene una vez y se va,
pero si ha vivido como vive
qué mas da.
Porque la semilla que ha sembrado,
quedará.

        II

Sombra de nogales en el patio,
pájaros que vienen a cantar,
pájaros que saben que sus manos…
no hacen mal…
Si tiene las manos como nidos…
Don Abraham.

Por ahí le asoma algún recuerdo
que es como un jazmín en el ojal
y un extraño brillo en la mirada…
viene y va
Y las manos sobre las rodillas..
Don Abraham.

Deje que le cante alguna zamba,
que la vida viene una vez y se va,
pero si ha vivido como vive
qué mas da.
Porque la semilla que ha sembrado,
quedará.
 
Don Abraham Funes nacido y criado en Villa Cura Brochero, Traslasierra, provincia de Córdoba, fue un enamorado de nuestra música nativa. Fue también Intendente de esa ciudad, La Negra Montenegro, su primera mujer de la que había quedado viudo, cantaba muy bien.

Don Abraham recibía con el mejor cariño a amigos que se quedaban días en su casa haciendo un alto en busca de descanso en sus viajes y giras musicales. Uno de ellos era Atahualpa Yupanqui . Lo mismo sucedía con los Cantores de Quilla Huasi.

Vivía solo en su casa en Alto Alberdi. Era una de esas casas amplias, con un gran fondo donde se erguían varios nogales. Bajo estos árboles pasaba tiempo dando semillas a los pájaros que comían a sus pies como si fueran gallinas. Así todos los días. Incluso los llamaba silbando y ellos bajaban para comer.
 
Doña Victoria, su novia a los 80 años iba a su casa y lo cuidaba. Nos corría a los amigos que lo despertábamos a las madrugadas para darle serenatas. El se levantaba en el acto y nos preparaba un asado.  A cualquier hora. Y lo hacíamos trasnochar, por eso los enojos de Doña Victoria..

A veces comíamos los domingos todos juntos. Doña Victoria amablemente rezongaba mientras nos atendía en hermosas reuniones vitivinícolas y folkloricas.

El hijo de Don Abraham quería que vendiese su casa porque consideraba que era grande para él y que se fuera a vivir en un departamento. Un día me cuenta esto y le pregunté qué le había contestado ante la sugerencia y me respondió: ”Mire Negro, le dije a mi hijo que me voy a vivir a un departamento  si me consigue uno donde entren los 5 nogales…”.

Don Abraham era de una gran sensibilidad. Cuando me fui a vivir a México, le di una serenata de despedida. Al separarnos en la puerta de su casa -eran las 4 de la mañana- nos abrazamos fuerte y en ese momento pensé que quizás era la última vez que lo veía. El, presintiendo lo que pensaba me separó con firmeza y me dijo:”Váyase tranquilo que cuando usted vuelva yo lo voy a estar esperando…”. Y así fué.

Tonito Rodríguez Villar.

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