Cabalgatas

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"Entre las diversiones más usuales, escribe Pereira Salas, figuraban las cabalgatas, y parece que se originaron en Chile en 1556 con ocasión de las fiestas del patrono de la ciudad, el Apóstol Santiago, y, hasta los días de la Independencia, constituyó lo que se ha llamado el «Dieciocho colonial»". El espectáculo era simple: consistía en el paseo de las armas de la ciudad que los miembros del Cabildo iban a recoger a casa del alférez real o el ayuntamiento.

En la mayoría de los lugares turísticos o de veraneo en donde hay campo y caballos, la gente se dedica a ensillar los equinos, y, según la habilidad de los jinetes, saldrán de paseos desde 2 horas hasta semanas o meses. Los preparativos para las cabalgatas, aún variando los territorios, se asemejan. Si el viaje es corto, un caballo por cristiano es suficiente; si se extiende a tirones de más de 10 horas por jornada, conviene llevar 2 jamelgos por persona. Los ensillados deben ser cómodos y no muy pesados. Se deben llevar alforjas con suficiente alimento y utensilios de primeros auxilios. El jinete no deberá olvidar su atuendo (ver "vestimenta" en costumbres) ni su poncho, a veces, es preferible llevar uno de tela y otro de plástico para sitios lluviosos. En lugares montañosos conviene llevar caballos baqueanos (conocedores), con vasos (cascos) que no pasen del 26 para evitar que queden enganchados en las piedras.
Algunos viajeros unieron varias provincias con sus viajes. Es conocido el realizado en la década del 70 por los Patrón Costa (Salteños) que, en un viaje de casi 2 meses unieron Salta con Tucumán (850 kms ida y vuelta).
En las dos fotografías que acompañan este tema, los jóvenes, entre los cuales se incluye el coordinador del sitio (en esa época con unos kilos menos y unos pelos más), realizaron un viaje de 3 semanas y media por las provincias de Tucumán, Catamarca y Salta, por cerros de más de 3000 metros y hasta 4100. Con temperaturas inferiores a 0º centígrados.
Otras proezas, bastante mayores, fueron realizadas por otros viajeros que unieron el sur Argentino con EEUU. Quizá la más famosa fue la del Gato y Mancha, dos caballos criollos que llegaron hasta Nueva York.

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